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MADRES EN CALMA, BEBÉS EN CALMA

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Ser padres es una de las tareas que puede resultar más estresantes y extenuantes simplemente por el hecho de ser una responsabilidad permanente e infinita en sus tiempos y alcances. Al ser padres no podemos poner pausas a nuestra labor y a pesar de ser una experiencia única llena de alegrías y recompensas, es verdad también que tiene efectos secundarios en nuestra vida y de por vida: cambian nuestras prioridades y necesidades, cambia nuestro ritmo de vida activa y nuestros patrones de sueño, muchas veces también nuestra vida sexual, crece nuestra familia y con ello nuestras responsabilidades y dejamos de tener lo que en otra época conocíamos como “tiempo libre”.

Sin embargo, para poder llevar a cabo el cuidado, la crianza y la formación de nuestros hijos y disfrutar con ellos, necesitamos tranquilidad y calma, y la calma no es fácil de alcanzar ya que se suman todas las responsabilidades adicionales que tenemos en el día a día, como el trabajo, las cargas económicas, el cuidado de la familia, nuestra salud, los compromisos sociales, etc.

¿Cuándo fue la última vez que te sentiste en verdadera calma al cuidar de tus hijos, con ese placer único de disfrutar absolutamente el momento y totalmente enfocado en lo que estás haciendo, con esa calma que da seguridad, felicidad y comodidad?. Pensar en un momento así nos puede dar una idea de qué requerimos para lograr esa tranquilidad que tanto hace falta para cuidar a nuestros bebés y niños: una persona en calma, contagia esa calma y es ese efecto el que produce un bebé a un adulto, lo contagia de su tranquilidad, de su paz.

Mientras más seguido nos sintamos en calma y tranquilos en nuestra persona, esta sensación será transmitida a nuestros hijos con la misma intensidad y frecuencia y ellos se sentirán igual.

Hay muchos factores que nos roban la calma al criar a un bebé o a un niño: la incertidumbre de no saber que tiene, quiere o necesita, por ejemplo no identificar porqué llora mucho o porqué no duerme lo suficiente; la falta de tiempo para convivir con nuestros hijos porque nuestro tiempo también es demandado por muchas otras actividades que “tenemos” que realizar; la falta de control que se tiene cuando se está con un bebé o niños pequeños, porque son personas con sus propios tiempos y temperamentos que no siempre se amoldan a los nuestros y  la presión que las madres y los padres ejercemos sobre nosotros mismos y sobre nuestra pareja, con demandas y exigencias que van más allá de lo que los niños necesitan o desean.

¿Qué podemos hacer para recuperar o tener un poco más de calma?

  • Afirmar “tengo todo el tiempo del mundo”, repítelo al menos dos o tres veces cuando realices algo con tus hijos, no importa la tarea, importa el momento, trata de entrar en calma al menos para esa actividad eso te permitirá disfrutar y estar realmente presente, los niños lo perciben y reaccionan positivamente. Inténtalo.
  • Decide estar en calma: la manera en cómo decidas sentirte depende de ti y es tu responsabilidad. Hay muchos factores que no puedes controlar a tu alrededor, pero la manera en que reaccionas sí depende de ti.
  • Experimentar más momentos de calma te hará sentir más viva, saludable y feliz; a estar positiva y enfocada; con una mejor capacidad de adaptación a diferentes circunstancias, serás más tolerante, te permitirá estar abierta para disfrutar todas las alegrías que puede dar un niño, sentirás más energía y estarás más alerta y sobre todo aprenderás a apreciar más la vida. 

Estar en calma no es un resultado, sino un proceso. Cuando se trata de la vida y sus eventos es más fácil cambiar la manera en que procesamos las emociones y sentimientos, que cambiar los eventos en sí mismos, es decir; sí podemos cambiar la manera en que algo nos afecta para bien o para mal.

Sentirte fuerte y positiva respecto a tu persona es algo que beneficia a tus hijos, es muy difícil calmar a un niño cuando uno mismo está intranquilo o enojado y para eso podemos considerar algunos consejos que nos ayudarán a estar en calma o regresar a ella:

1. Eres una persona única igual que cada uno de tus hijos y sólo tú sabes que es lo mejor para ti para calmarte, busca que necesitas y aplícalo.

2. No hay prisa. Tienes todo el tiempo del mundo para convertirte en una persona calmada, así sea un momento a la vez.

3. No tienes que ser perfecta. Esa exigencia sólo merma, no suma. Relájate.

4. No importan todos los esfuerzos que hagas y la velocidad que apliques, cada niño se desarrolla a su propio tiempo.

5. Te lo mereces. Porque eres una persona que merece disfrutar y ser feliz y si quieres que tus hijos disfruten y sean felices debes empezar por ti y enseñar con el ejemplo.

6. Aparta tiempo para ti. Diariamente, al menos 20 o 30 minutos para estar contigo e identificar cómo te sientes.

7. Consiéntete. Mientras mejor te sientas, más serán los neuroquímicos que produzcan sensaciones de placer en el cerebro y tendrás mejores capacidades para disfrutar la vida. Un masaje, un facial, un baño sin interrupciones. Haz una lista de las cosas que te gustan y trata de hacer alguna de vez en cuando.

8. Adopta la calma como una actitud.

9. Elige estar en calma. Comprométete a estar en calma.

10. Concéntrate en el momento y disfrútalo. 

Pretende estar calmada para aprender a calmarte: si sientes que pierdes la paciencia o la tranquilidad ve en sentido contrario a lo que sientes: baja la voz; modera la velocidad con la que hablas, habla un poco más lento de lo que normalmente lo haces; muévete despacio; respira profundo; imagina que te ves calmada y actúa como si estuvieras en control de la situación, sonríe. Todo lo anterior es una práctica constante, se volverá poco a poco un hábito y te sentirás mejor.

Hacer afirmaciones positivas también es una gran herramienta, frases como: “conforme crece mi hijo crece mi amor por él o ella”, “mi familia me hace feliz”, “amo lo que hago y para disfrutarlo necesito estar en calma y estoy calmándome”…, pensar en frases similares puede hacer una gran diferencia en cada momento.

No lo ejercemos, pero tenemos el poder de ser felices o infelices, de sentirnos plenos o deprimidos, de ser amados o no, de vivir tensos o en calma, siempre existen opciones, es verdad que pueden requerir cierto esfuerzo o creatividad, pero vale la pena intentarlo. No importa cuánta calma logres incorporar cada día a tu vida, la medida que sea hará proporcionalmente más felices a tus hijos. Nuestros hijos son nuestro reflejo, piensa que quieres transmitirles y la calma es un gran legado de vida.

Fuente:  @KarlaDoula
Calm Mother, Calm Child”, Wilson, Paul, A Perigee Book, The Berkley Publishing Group, US, NY 2002.

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